PROYECTO:

HOGAR DULCE HOGAR (2008)

“Somos ser para otros y no sólo por la teatralidad propia de la vida social,

sino porque la mirada del otro nos constituye, en ella y por ella nos reconocemos”.

Adolfo Vásquez Rocca. Baudrillard.

Cultura, simulacro y régimen de mortandad en el Sistema de los objetos.


En una época donde las apariencias son tan importantes, donde nos definimos a través de lo que podemos mostrar y los otros ven, lo introspectivo ha quedado debilitado. A raíz del auge de las redes sociales en Internet y los reality show ha aparecido un nuevo término bautizado como Extimidad, que consiste en  hacer externa la intimidad, (no solo al mostrar lo que está dentro, sino que al hacerlo también se constituye de otra forma lo que está dentro). Es decir, si sabes que te están mirando, no te comportas de la misma manera que si nadie te mira.

En Internet, por ejemplo, mostramos lo que queremos enseñar, y esto suele ser casi siempre, algo que nos deja en buen lugar, de acuerdo con los valores en alza. Se crea así una identidad virtual sometida a la selección del éxito de las audiencias.

En su ensayo Coleccionismo y genealogía de la intimidad, Adolfo Vásquez Rocca habla de la  casa como “una extensión de las personas, una especie de segunda piel, un abrigo o caparazón, que exhibe y despliega tanto como esconde y protege.”

El interior de las casas, su estructura física, su mobiliario, nos desvela la forma que tienen sus dueños de habitar en ellas, las actividades y las ideas que se  desarrollan dentro de sus paredes... Un entorno creado y decorado como escenario de la habitabilidad, protegido del exterior, donde somos capaces de fijar nuestra intimidad.

Al habitar, las personas afianzamos nuestra identidad y nos reconocemos en el trato que establecemos con las cosas. Podemos reconstruir nuestra historia a partir de la memoria que depositamos en los objetos que acumulamos.

En este proyecto, propongo contemplar la casa como una extensión de las personas que habitan en ella un lugar privado lleno de recuerdos e ideas. Como si se tratase de una visita sorpresa a un lugar que no esperaba ser visitado, donde el juego frívolo de las apariencias no tiene cabida.